domingo, 2 de agosto de 2009

Silvio Rodríguez cantando en Paraguay


Silvio Rodríguez se impuso a la lluvia y el contexto político con pura poesía
En suprimera visita al país, el trovador cubano cantó una veintena de sus clásicos ante unas siete mil personas.
Por Carlos Miguel Giménez
Silvio Rodríguez ofrendó una concierto de dos horas de duración, en que primó la calidez de la canción y de la poesía, por encima del contexto político. La melodía y el verso se impusieron a los ideologías… y a la lluvia.
En su primera actuación ante el público paraguayo, el artista cubano recorrió una veintena de sus populares canciones, en que no faltaron clásicos como “Ojalá”, “La maza”, “Óleo de mujer con sombrero”, “Días y flores” o “La era está pariendo un corazón”.
Las torrenciales lluvias de la tarde de ayer y los constantes aguaceros de la noche no mermaron las ganas de miles de personas de acudir a la Fachada Litoral del Palacio de López para corear con este artista tan querido por la invitación que hacen sus canciones a montar en las alas de la poesía.
El artista subió al escenario a las 18.10, luego de media hora de actuación del cantante Ricardo Flecha. El intérprete local entonó “Coraje”, “Gracias a la vida”, “Patria querida”, entre otros, con una remera extendida en un atril, con la leyenda “Las puertas estaban cerradas”. Aprovechando la presencia de las autoridades nacionales, les expresó un mensaje respetuoso en nombre del pueblo paraguayo: “Cumplan con su deber”.
Ante el escenario se dispuso un amplio cerco, con cuatrocientas sillas, en que se ubicaron el presidente Fernando Lugo junto a otros referentes del gobierno; también estaban allí varias víctimas de la tragedia del Ycuá Bolaños, con las fotografías de sus familiares perdidos en el incendio, hace cinco años. El espacio contó con un extremado anillo de seguridad militar; que no se había visto en anteriores festivales que se celebraron en el predio con la asistencia de Lugo.
Con “En el claro de la luna”, Silvio Rodríguez inició su recital. Tomó asiento en una butaca ubicada más hacia el fondo del escenario, de la que no se vio hasta casi una hora después, cuando buscó su cámara fotográfica para llevarse una instantánea del público, justo después de interpretar “Ojalá”.
En dos pasajes hizo lecturas, primero una carta del actor estadounidense Danny Glover cuando presentó el documental “El proceso” hace dos años, acerca de cinco cubanos que son presos políticos en Estados Unidos; a ellos les gusta: “El dulce abismo”. Luego leyó un poema del poeta cubano Rogelio Delgado escrito en 1979 tras visitar el campo de concentración de Auschwitz, con que reprochaba la invasión israelí a Líbano: derivó en la canción “Sinuhé”.
Cerca del final, Ricardo Flecha entró sin presentación y se paró al lado de Silvio; ambos compartieron “Pequeña serenata diurna”, que el artista paraguayo cantó en guaraní. Siguieron “Te doy una canción” y “Unicornio”, que dedicó a las víctimas del 1-A, y los familiares alzaron todas las fotos.
Rodríguez dijo que también quiso dedicar “Unicornio” a los desaparecidos, pero que prefirió cederle el último tema a un trovador local “que escribió una canción maravillosa sobre eso”: Alberto Rodas cantó “Dónde están los desaparecidos”.
Al finalizar, Lugo abandonó el predio, se abrió el cerco de seguridad y hubo un momento de incertidumbre acerca del recital, mientras el público clamaba por un bis. Silvio volvió; el escenario quedó algo desprotegido y un par de admiradores intentaron acercarse a él, al cantar “Ángel para un final”, a los que consideró de “indisciplinados”. Se despidió con “Casiopea”.
Fuente La Nación

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