sábado, 11 de septiembre de 2010

El fidelismo de una felicista

por Jorge Capelán (texto y fotos)

El 11 de septiembre es una fecha cargada de significado para nuestros pueblos. Fué, como es sabido, un 11 de septiembre de 1973 que el neoliberalismo se comenzó a implantar en escala mundial con el asesinato del proyecto de la Unidad Popular y de su compañero presidente Salvador Allende en Chile.


Como también es sabido - el engaño a voces más silenciado de la historia - un 11 de sepiembre de 2001 las élites de poder estadounidenses, para mantener un esquema de explotación y consumo insostenible desencadenaron la matanza global, empezando por su propio territorio:

Más de 3000 muertos en suelo estadounidense en el auto-derribe de las torres del World Trade Center en Nueva York, decenas de miles de muertos en afganistán, un millón y medio en Irak, genocidio israelí contra el pueblo de Gaza, bombardeos genocidas contra las ciudades del Líbano, un estado policial global, cárceles secretas de la CIA esparcidas por todo el planeta...

Por estos días en Nicaragua, pero hace ya 32 años, la Guardia Nacional somocista descargaba bombas de fósforo blanco de fabricación israelí sobre los barrios populares de la insurrecta y heroica Estelí.

Justamente hoy, 11 de septiembre de 2010, un diario de Managua leído por cada vez menos nicaragüenses, publicaba un artículo de la ex-sandinista Gioconda Belli en el que ésta comentaba unas declaraciones del comandante Fidel Castro que fueron malinterpretadas por el columnista de la revista The Atlantic Jeffrey Goldberg y Julia Zweig, una funcionaria del tanque de ideas para la geopolítica imperial Conucil on Foreign Relations.

No hacía falta leer las aclaraciones del propio Fidel posteriores a la entrevista hechas ayer 10 de septiembre durante la presentación de su último libro "La contraofensiva estratégica" para darse cuenta de que sus palabres habían sido groseramente manipuladas por Goldberg y por Zweig.

Cualquiera que haya leído las reflexiones del comandante publicadas durante los últimos meses, y cualquiera que haya visto la extensa entrevista concedida por él a tres periodistas venezolanos y transmitida repetidas veces por TeleSur en las últimas semanas, se dará cuenta fácilmente de la manipulación. "El capitalismo pertenece a la prehistoria" afirmó Fidel en esa ocasión.

Con la entrevista concedida a Jeffrey Goldberg, uno de los periodistas más influyentes sobre la opinión de la comunidad judía en Estados Unidos, Fidel estaba tratando de parar una guerra que puede destruir a toda la humanidad. Sus reflexiones se han hecho oir, muy a pesar de los deseos del Conucil on Foreign Relations de relegar las advertencias del líder cubano al anonimato más marginal. El comandante está haciendo política grande en un momento crucial para la humanidad.

Mientras tanto, en Managua, un oscuro diario portavoz de una derecha en avanzado estado de degeneración, aprovecha esta coyuntura gravísima para contrabandear dos de sus contenidos ideológicos favoritos: El de "el socialismo no sirve - en especial el de Cuba" y el de "los musulmanes son unos fanáticos incivilizados a los que hay que eliminar" denostando, de pasada, la digna y soberana política exterior de Nicaragua.

Para este fin, El Nuevo (¿?) Diario recurre al gastado recurso de uno de sus habitués ex-sandinistas: La escritora Gioconda Belli, cuyo talento literario sólo es superado por su fruición y constancia en los intentos de, a punta de hipocresía y mala fé, revolcar por el lodo los valores más puros de ese pueblo que un día defendió.

- Yo tengo una amiga periodista californiana, experta en asuntos cubanos, que se ha pasado cuatro años esperando que se muera Fidel, sólo para desesperarse (...) El hombre no se muere. Morirá, no hay duda, pero quién sabe cuando, constata Belli.

Y como la desesperación es enemiga de la felicidad - parece razonar la autora - entonces mejor recurrir al veneno. El veneno de "elogiar" a un revolucionario al que en realidad se desprecia, exaltando como virtudes una versión deformada de sus ideas.

Según Belli, el Comandante llamó al presidente iraní a "dejar de hablar estupideces", lo que califica de "signo de lucidez". Y agrega:

- A mí, Ahmedinayad y todos esos Ayatollas iraníes me dan escalofríos como mujer pues representan el demonio machista en todo su maniático esplendor.

"Ahmedinayad y todos esos Ayatollas iraníes" - un recurso retórico al que Belli tiene derecho. Hay que aclarar, sin embargo, que Mahmud Ahmedinayad no es un líder religioso, sino el presidente electo por una abrumadora mayoría del pueblo iraní - algo que ya ni siquiera disputan los que hace un año se hacían ilusiones con la revolución de colores promovida por Washington a través de la internet.

"A mí como mujer" - se le olvidó decir: como mujer que, entre otras cosas, gracias a la patriarcal institución del matrimonio en los círculos sociales adecuados ha logrado escapar al destino de la mayoría de congéneres latinas en los Estados Unidos - "todos esos Ayatollas iraníes me dan escalofríos (...) pues representan el demonio machista en todo su maniático esplendor. Son el regreso a la Inquisición más cruel y estúpida. Yo no puedo ver las mujeres tapadas con el hijab sin que me invada la rabia pues me parece un sometimiento de la dignidad al atraso más terrible".

De marzo a junio de 1999: Para salvar a las mujeres albano-kosovares de "las garras del loco Milósevic", durante meses la OTAN bombardeó indiscriminadamente a Yugoslavia: escuelas, puentes, hospitales, iglesias y hasta embajadas y canales internacionales de noticias. Mataron a miles con sus bombas de racimo y otras armas supuestamente inteligentes. Armaron un ejército de traficantes de drogas y dejaron tras de sí un protectorado de bandera azul con estrellas amarillas, copia de la de la Unión Europea que estableció así su primer colonia en tiempos posmodernos. Las mujeres y los niños kosovares, las mayorías que no han conseguido un lugar bajo el sol de la administración colonial y sus redes de ONGs y traficantes, sobreviven revolviendo la basura o han emigrado a Europa, donde se les considera como menos que humanos.

Octubre de 2001, apenas unas semanas después del 11 de septiembre: Para salvar a las mujeres afganas de sus burkhas y derrocar a los bárbaros Talibanes, la OTAN bombardeaba el país sin dejar piedra sobre piedra. En nombre de la democracia, la civilización y un "feminismo" de clases medias occidentales y blancas se han asesinado decenas de miles de mujeres y niños, se ha vuelto a convertir a la nación afgana en el mayor exportador de opio del mundo, se han instalado burdeles para satisfacer a tropas de la OTAN previamente capacitadas en derechos humanos y "temas de género", se ha inundado el país de ONGs corruptas y contratistas privados como Xe-Blackwater y DynCorp - los mismos que administran los fondos para la "transparencia" desestabilizadora en Nicaragua.
Abril de 2003: Para salvar a las mujeres de Irak (uno de los pocos países laicos del Oriente Próximo) y luego de 10 años de sanciones que habían matado a cientos de miles de niños (algo que la "feminista" secretaria de estado demócrata Madeleine Albraight en su día justificó), se bombardeó al país, se le invadió, se le desvalijó y se le dividió a lo largo de fronteras étnicas y religiosas. Donde antes no los había, volvieron los niqab (el velo que cubre la cara y las manos) y los hijab (el velo que sólo cubre el cabello de la mujer), donde antes no existían, volvieron las diferencias entre sunni y shia. Donde antes se guardaban celosamente los restos de la civilización mesopotámica, se les vendió al mejor postor, donde antes se vendían libros, ahora se venden películas pornográficas para los centuriones y los mercenarios.
Septiembre de 2010: Los planes para una guerra contra Irán fueron diseñados hace ya varios años. Han sido objeto de incontables simulaciones en las supercomputadoras del pentágono, de varios "juegos de guerra" entre los Estados Unidos, Israel y las fuerzas de la OTAN, todo al son persistente y machacón de la misma campaña de propaganda: un pueblo indefenso, en especial sus mujeres, sometidos a un dictador loco con armas de destrucción masiva. Gioconda Belli es demasiado culta para ignorar lo obvio a cualquier mente desprejuiciada.
Y sin embargo, es tan ignorante:


¿Qué sabe Belli de la o las mujeres que se esconden tras el hijab, el nikhab o el burkha? Sólo lo que ha leído de islamófobos como Ayaan Hirsi Ali, empleada a sueldo del American Enterprise Institute, o de la maffia de ONGs que viven de sus proyectitos de género tanto en el norte como en el sur, pero que en la práctica trabajan contra todo intento real por cambiar las estructuras de injusticia que oprimen a las mujeres y a los pueblos.
Presa de un fetichismo peor que el fetichismo religioso que dice criticar, Belli es incapaz de ver tras un trozo de tela a una madre palestina a la que los israelíes le han asesinado a su hijo, es incapaz de ver a una adolescente en una ciudad europea reivindicando sus raíces ante una sociedad que la discrimina utlizando al islam como argumento, es incapaz de ver a una mujer que esconde armas de los ojos de los ocupantes para ayudar a expulsarlos de su tierra. Es el miedo del colonizador al cuerpo y a la mente que se es incapaz de controlar y doblegar.

En el fondo, es el mismo prejuicio que le impide a Belli ver cómo las mujeres de su pueblo hoy en día se levantan y paso a paso van reconquistando sus derechos.

Que no nos venga Belli con que ella en 1999, 2001 y 2003 marchó, firmó, afirmó, negó o denunció. Gioconda ahora juega a la guerra en nombre del feminismo, los derechos de las mujeres y de su doctrina del "felicismo" - de buscar la felicidad desde la soleada California, ese estado en una bancarrota tan profunda como el proyecto irresponsable y abyecto de sociedad que en la práctica ella defiende.

Y lo hace tratando de sacar puntos políticos baratos desde un pasquín mercenario, siguiendo la línea de su partido "renovador" "sandinista", también mercenario, que a los hermanos salvadoreños les dice que hay que votar por ARENA y no por el "totalitario" FMLN, y a los hermanos hondureños los "premia" con visitas de su líder a los golpistas. En Nicaragua, ella y su partido suspiran por las virtudes del somocismo, esa época idílica en la que, según ellos, prevalecían la división de poderes, la transparencia, el profesionalismo y … ¿los derechos de las mujeres?

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