sábado, 18 de junio de 2011

El Perú no depende de Ollanta Humala sino de los ciudadanos y los combatientes de abajo

Gustavo Espinoza M.* / Mariátegui
Los resultados electorales del 5 de junio, y la gira del Presidente Electo Ollanta Humala por algunos países de la región, han dado lugar a un verdadero vendaval de opiniones en torno a las posibilidades y perspectivas del proceso peruano. Numerosos analistas se han esforzado por desentrañar lo que, para muchos, era un misterio: cómo se mantenía tan quieto el pueblo peruano en el corazón de un continente en ebullición y cómo, de pronto, ha despertado de su letargo ungiendo una propuesta de cambio que luce sorpresiva para muchos; y para otros, sombría.

Es sugerente el interés que ha despertado nuestro país en las últimas semanas. El, dice mucho del avance de las ideas políticas en la región y se explica porque la experiencia de nuestro pueblo es también un laboratorio del que pueden extraerse numerosas lecciones. Podría decirse, pirateando al bueno de Proust, que el Perú se ha lanzado en busca del tiempo perdido.
Como ocurrió antes, en los años de Velasco Alvarado, existen hoy quienes -con legítimas aunque algunas veces infundadas preocupaciones- nos advierten que seamos cautos, no nos hagamos ilusiones y estemos atentos a las limitaciones de un caudillo finalmente militar y a un proceso con una discutible naturaleza de clase. En el contexto, no faltan enjundiosos estudios que buscan incluso contrastar el proceso peruano con el que hoy se vive en otros países de la región. Unos, nos exhortan a no dejar que el Perú se radicalice “a la venezolana” y otros, a impedir que se “neutralice” a la brasileña. No faltan, en este marco, quienes recomiendan no actuar como “el reformismo militar” de los años 70, ni considerar a países vecinos como potenciales aliados hoy, o en el futuro.
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http://mariategui.blogspot.com/2011/06/el-peru-no-depende-de-ollanta-humala.html






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