Noor Bibi muestra las fotos de su marido y su hijo, detenidos por ayudar a EE UU a localizar a Bin Laden |
Nada se sabe del paradero de los detenidos, si bien el director de la CIA, Leon Panetta, planteó la cuestión a las autoridades paquistaníes en la visita que realizó la semana pasada a Islamabad para entrevistarse con militares y miembros de los servicios secretos. Como se ha visto ahora y han comprobado antes otros altos responsables del Gobierno de EE UU como la secretaria de Estado, Hillary Clinton, o el responsable de Defensa, Robert Gates, la tarea de crear una relación leal y duradera es poco menos que imposible.
Todo ha ido de mal en peor desde la operación que la CIA desplegó el pasado 2 de mayo que permitió dar captura y muerte del líder de la organización terrorista. La ejecución de Bin Laden y otros ataques de milicianos de Al-Qaida en Pakistán han supuesto un duro golpe para el Ejército del país. Fuentes oficiales estadounidenses y expertos internacionales coinciden en afirmar que atraviesa la peor crisis de confianza en décadas. Pese a este último varapalo, las autoridades estadounidenses no han dejado de buscar vías de entendimiento.
Lazos vitales
«Tenemos una fuerte relación con nuestros colegas paquistaníes y trabajamos juntos para que siga funcionando», declaró Marie Harf, portavoz de la CIA. En términos parecidos, el embajador estadounidense en Islamabad, Husain Haqqani, ha tratado de suavizar las tensiones entre la agencia de inteligencia de EE UU y la del país asiático. «Es vital mantener los lazos de cooperación en la lucha contra el terrorismo», destacó.
Más allá de estas voluntariosas declaraciones, en las últimas semanas el Ejército de Pakistán se ha ido distanciando del norteamericano y de los operativos organizados para cazar terroristas. Esto ha enfurecido a muchos en Washington, donde creen que la muerte de Bin Laden ha sacudido a Al-Qaida y que hay una gran oportunidad para debilitar aún más la organización terrorista con más incursiones armadas y ataques aéreos.
Algunos analistas estiman que fue precisamente la CIA quien propinó un duro golpe a las relaciones cuando agentes bajo su jurisdicción asesinaron a dos ciudadanos paquistaníes en las calles de Lahore en enero. Desde entonces, Islamabad se ha mostrado muy reacia a que se lleven a cabo operaciones conjuntas con la inteligencia americana. Asimismo, la concesión de visados a funcionarios de la CIA para operar en Pakistán ha sido notablemente reducida, al tiempo que ha impuesto mayores restricciones a los vuelos no tripulados causantes de decenas de víctimas civiles
Fuente: La Verdad.es
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