viernes, 19 de agosto de 2011

Pobreza y violencia contra las mujeres van de la mano.- El hambre global, nuestro negro futuro

Pobreza y violencia contra lasmujeres van de la mano: investigadoras Anayeli García Martínez / CIMAC
cimac@laneta.apc.org
Investigadoras y activistas coinciden en que el incremento de la miseria en México es el caldo de cultivo para que las mujeres sufran más violencia de género, tengan menor o nulo conocimiento de sus derechos y en consecuencia un escaso o inexistente acceso a la justicia.

Los bajos ingresos para adquirir la canasta alimentaria y solventar los gastos en salud, vestido, vivienda, transporte y educación son un detonante para la violencia contra las mexicanas, advierte la economista especializada en género, Carmen Ponce Meléndez.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) informó, hace un par de semanas, que hasta 2010, ocho de cada 10 de las y los mexicanos viven en pobreza o tienen algún tipo de carencia social.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010, en México hay 112 millones 336 mil 538 habitantes, el 51.1 por ciento está integrado por mujeres (57 millones 481 mil 307). A partir de que más de la mitad de la población es femenina se infiere que la pobreza afecta más a las mujeres, afirma la académica del Instituto Politécnico Nacional.
Coneval reportó que el número de personas pobres aumentó de 48.8 millones en 2008 a 52 millones en 2010, lo que significa que en dos años 3.2 millones de personas pasaron a engrosar las filas de la pobreza.
El consejo precisó que los rubros más afectados en la población son el acceso a la alimentación y el nivel de ingresos.
Carmen Ponce observa que ambos indicadores guardan una estrecha relación con las condiciones de pobreza que experimentan las mujeres y la posibilidad de sufrir mayor violencia.
Pauperización galopante
Desde el 2006, año en que comenzó la actual administración de Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional, las cifras de pobreza han ido en aumento. En ese año, el número de mexicanos y mexicanas en condiciones de pobreza patrimonial llegó a 44.7 millones (42.6 por ciento del total de la población), de acuerdo con datos del Coneval (mecanismo creado en el 2005).

Entre 2006 y 2008, el porcentaje de personas en condición de pobreza alimentaria pasó de 13.8 a 18.2 por ciento, mientras que el de pobreza patrimonial se incrementó de 42.6 a 47.4 por ciento.
Ponce señala que entre 2008 y 2010 la pobreza aumentó 1.7 puntos porcentuales al pasar de 44.5 por ciento a 46.2 por ciento, lo que significa que hay más personas que no tienen un ingreso suficiente para solventar sus gastos de vivienda, vestido y alimentación, entre otros.
Otro referente de la actual pauperización es la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2010, del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, según la cual el 60 por ciento de los ingresos de los hogares son los salarios pero el poder adquisitivo de éstos es muy limitado, lo que se traduce en mayor carencia social.
Menos ingresos, más agresiones
"Una familia o una mujer que vive en una casa pequeña, en un espacio reducido es un factor que puede coadyuvar a que no goce de un nivel de vida adecuado y por tanto a generar otros problemas sociales”, apunta Jimena Maroto, coordinadora del Observatorio de Política Social y Derechos Humanos de Incide Social.

La activista convoca a que el Estado contemple estrategias que satisfagan los derechos sociales (salud, educación, seguridad social, alimentación y vivienda) en particular de las mujeres.
La investigadora en temas de salud pública por la Universidad Autónoma Metropolitana, Noemí Ehrenfeld Lenkiewicz, señala que la pobreza es una condición que impacta de manera negativa todas las condiciones de vida de las mujeres y las afecta en el ejercicio de sus derechos humanos.
La académica afirma que la pobreza, que afecta a un gran número de mexicanas, las hace más vulnerables ante la violencia de género y la falta de acceso a la justicia. Precisa que las mujeres pobres son más susceptibles a sufrir abusos de todo tipo, ya que no cuentan con los recursos, herramientas e información para ejercer sus derechos
Estados pobres y violentos
Con base en las cifras del Coneval, Carmen Ponce advierte una relación directa entre la pobreza que padecen las mujeres y la violencia de la que son víctimas.

Pone como ejemplo que en Chihuahua –uno de los estados más violentos para las mexicanas– el número de personas vulnerables por ingreso en 2008 era de 234 mil 600 y pasó a 431 mil 200 en 2010, una variación de 83.8 por ciento, casi el doble. La especialista en economía y género señala que en Chihuahua las cifras de desempleo femenino también son de las más altas del país.
La organización civil Justicia para Nuestras Hijas, pionera en la lucha contra el feminicidio en esa entidad, reporta que de 1993 al 2010 cerca de mil 100 mujeres han sido asesinadas en Chihuahua.
Según Coneval, entre los estados con mayor aumento en pobreza extrema están Veracruz y el estado de México. Ambas entidades también ocupan los primeros lugares en violencia contra las mujeres.
El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio reporta que de 2005 a 2010 en el estado de México, se registraron 922 asesinatos dolosos de mujeres, mientras que en Veracruz, de enero 2005 a octubre de 2010 hubo 309 crímenes.
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.El hambre global, nuestro negro futuro
Yolanda Cristina Massieu Trigo
.yola_massieu@hotmail.com
Junto con las recientes nuevas del aumento de la pobreza en nuestro país, aparecen en los medios escritos noticias espeluznantes de las consecuencias de la sequía en Kenia: venta de niñas por hambre en sus familias.
Entre nosotros,  las cifras gubernamentales dan a conocer el fenómeno de una forma más “técnica”: carencia por acceso a la alimentación.
Ésta abarcó 28 millones de personas  en el reciente informe del Coneval, 4.2 millones más que en 2008.Ante esos dos datos, no puedo evitar la reflexión sobre el potencial para generar una  oferta alimentaria suficiente de la pequeña producción campesina.
Esa misma unidad productiva que ha sido objeto de medidas contrarias a su existencia desde el advenimiento de los gobiernos neoliberales en México, a partir de los años 80.
Acusada con frecuencia de no productiva, atrasada, tradicional, se olvida que fue este tipo de producción la que en buena medida sostuvo la industrialización del milagro mexicano, abasteciendo de alimentos baratos a las crecientes industrias y la urbanización, allá por los años 40.
La lógica campesina de producción implica primero sostener la alimentación de la familia y después, si hay excedentes, destinarlos al mercado.
Tiene muchos años que en nuestro país dichos excedentes casi no se producen, mientras que nuestro consumo alimentario, basado en mucho en el maíz, se abastece con importaciones. Estas compras al exterior resultan cada vez más onerosas, por no hablar de la calidad y el problema del maíz transgénico presente en ellas. Un cambio en la política económica que favoreciera con inversión pública al sector productivo campesino podría llevar a que México recuperara su autosuficiencia alimentaria.
El programa calderonista Más Agro, anunciado con bombo y platillo  recientemente, busca este objetivo.
Desafortunadamente, lo hace tarde y mal, pues no se pueden esperar resultados de un año a otro cuando en décadas no ha habido suficiente inversión en esto (que tiene que ser pública, pues el objetivo de la autosuficiencia alimentaria no es rentable por sí mismo para el capital privado).Además, se distingue por su verticalidad e incomprensión hacia las condiciones productivas de los campesinos y le otorga todo el liderazgo a una entidad de investigación más cercana a los organismos internacionales que a las necesidades nacionales: el CIMMT (Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo).
La tecnología promovida por dichos organismos es depredadora de los recursos naturales, si bien en algunos casos aumentó los rendimientos. Ahora pagamos la factura de haber vertido agroquímicos sin control en suelo y agua, y haber homogeneizado genéticamente las principales plantas alimenticias, amén del dominio y gran negocio de las grandes transnacionales respecto a la agricultura y la alimentación. Aquí también, la pequeña producción diversificada contiene respuestas al deterioro ecológico si recibe los apoyos adecuados
.Al leer la noticia de Kenia, recuerdo que las agriculturas africanas eran autosuficientes y conformadas por núcleos familiares campesinos antes de que les cayeran los planes de “desarrollo” de las instituciones financieras internacionales (léase Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y otras).
El contexto global está  marcado por un aumento del hambre: se calcula que el número de hambrientos a nivel global aumentó de 800 a 1,000 millones de personas de 2008 a esta fecha, y la tendencia al alza de los alimentos en el mundo permanece.
Se han aducido cuatro causas: el crecimiento de la superficie agrícola para agrocombustibles (¡alimentar a los autos en vez de a la gente!), la bursatilización de los granos, el aumento de la demanda en China e India y una disminución consecuente en las reservas mundiales de granos. Hay discusión sobre el peso de cada elemento en la crisis alimentaria, pero lo cierto es que el negro futuro de hambre en el mundo ya está aquí.

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