martes, 6 de septiembre de 2011

Chile está viviendo cambios importantes

Que los chilenos están cambiando no cabe duda. Será porque se cansaron de tanta mentira. O será porque las generaciones más jóvenes, esas que no son herederas de nada ni de nadie, decidieron tomarse en sus manos los destinos de su país y emprender el rumbo por los cambios y las transformaciones.

Durante 38 años el país ha sido gobernado tiránicamente. Las personas no han podido en tan largo tiempo ejercitar de verdad sus derechos. Han sido privados de bienes esenciales: la salud, que es parte fundamental de la vida, se transformó en un negocio y las Isapres ganan a caudales millonarias utilidades con cargo, muchas veces, a la muerte de quienes no pueden pagar. La seguridad social se privatizó y pasó a manos de usureros que especulan con los ahorros de millones de trabajadores, condenando a la mayoría a pensiones miserables una vez que lleguen a viejos. Y la tragedia, la educación, pilar fundamental para el desarrollo de un país, terminó convirtiéndose en el negocio de los bancos y de las universidades.
Estos 38 años los chilenos han sufrido la explotación de unos pocos
Una consigna de los estudiantes rezaba: "…cuando las ovejas se organizan, hasta los lobos tiemblan”. ¡Qué certeza en dicho presagio! Los miles de jóvenes que se resisten a claudicar son la mejor esperanza para quienes lo perdieron todo, incluso, para aquellos que perdieron la fe en que un mundo mejor, más justo, más humano es posible.

Los miles de jóvenes arengaban "…tenemos derecho a soñar y si no nos dejan, no los dejaremos dormir” en clara alusión a quienes han sido los responsables de esta extrema desigualdad que vive nuestro país. Y ciertamente, quienes formamos parte del sistema financiero nos sentimos interpelados, pues formamos parte justamente de la industria que los endeudó, de aquella que les otorgó créditos con aval del Estado a un costo altísimo.

Esa misma industria que cuando no contaban aún con 20 años y eran estudiantes, ya los bancos les habían ofrecido tarjetas de crédito, cuentas corrientes con la mentira de “costo cero” para luego darse cuenta de que antes de obtener su título, a los que podían obtenerlo, ya eran prisioneros, deudores del sistema.
En Informe Especial de TVN quedó al descubierto la moral que profesan aquellos que engañan. Han convertido en virtud la práctica del engaño, de la estafa. El representante máximo de los banqueros chilenos, muy suelto de cuerpo, señalaba: "…para corregir estas irregularidades, hemos optado por la autorregulación” y agregaba "nuestra industria es muy solida. Seguramente la solidez a la que se refería era a la omnipotencia con la que operan respecto de los clientes y sus trabajadores, pues en una industria que goza de tanta deslegitimidad cuesta entender cómo puede ser sólida, más aún cuando la fe pública es esencial para su existencia.

En 2008 en los EE.UU. se había instalado un discurso acerca de la ética en las inversiones muy rimbombante. Quien lo encabezaba gozaba del apelativo de “filántropo”, su nombre Bernard Madoff, el estafador más grande de la historia condenado a 150 años de cárcel.
En Chile todos se han dado cuenta de que los estafadores de “cuello y corbata” como ocurrió por ejemplo, en La Polar en las Farmacias, gozan de impunidad. Los estudiantes, secundarios y universitarios se dieron cuenta de ello y por eso han conmovido a todo un país por demandas de mayor igualdad, mayor justicia social y mayor democracia. El proceso partió y sólo con la violencia podrán intentar detenerlo.
Luis Mesina M.
Fuente: Unidad

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