viernes, 16 de septiembre de 2011

El Eco del Grito de Dolores - Alejandro Armenta Mier

"El Grito de Dolores", del cura Hidalgo
Los sucesos del 15 de septiembre de 1810 se enmarcan históricamente dentro de la profunda mutación político-ideológica que vivió todo el mundo
Los sucesos del 15 de septiembre de 1810 se enmarcan históricamente dentro de la profunda mutación político-ideológica que vivió todo el mundo y el Reino Español durante varios años y, que fueron símbolo de toda una era de transformación y cambio. La Revolución de Independencia comprendió en México un período de once años que va de 1810 a 1821; las causas que la motivaron fueron tanto internas como externas: existieron causas de carácter interno relacionadas con las condiciones imperantes en la Nueva España en la segunda mitad del siglo XVIII y los primeros años del XIX.
La Reformas Borbónicas habían impactado negativamente en las condiciones sociales. La desigualdad social se convirtió en un factor de descontento y agitación política: Los criollos se sentían relegados a un segundo plano por los peninsulares y fueron los que dirigieron la revolución; los mestizos eran discriminados al ser considerados resultado de relaciones ilegítimas; los indígenas, aunque protegidos por las leyes de Indias, querían emanciparse del tutelaje y explotación; las castas se encontraban en condiciones deprimentes por el propio rol que tenían en la vida colonial. En general, el descontento era unánime y además, España ya no era la nación unitaria en su vieja moralidad como efecto del contacto con las nuevas ideas y los nuevos tiempos.

En cuanto a las razones internas de naturaleza económica: España había considerado siempre a América como parte de ella misma. Esta es la razón por la cual había impuesto un sistema de monopolios, estancos y barreras que tendían a impedir el libre comercio exterior y en consecuencia el desarrollo de la economía novohispana. Dicho fenómeno se agudiza con el incremento de impuestos aplicado por los Borbones, que afectaban las de por sí cargas elevadas, en deterioro de la economía de la población beneficiada –hasta entonces- por los hamsburgos.
Todo ello va a afectar a los criollos y mestizos, incluido el bajo clero y sobre todo a la élite colonial; trayendo como resultado el descontento social e inclusive la agitación política; no fue casual que muchas parroquias de villas y pueblos se convirtieran en espacios de discusión de las ideas de la ilustración y que muchos sacerdotes de las mismas se transformaran en los ideólogos y líderes de la revolución.

En cuanto a las razones externas tenemos que destacar: las ideas de los enciclopedistas, los economistas, los juristas y en general los estudiosos de las nuevas ciencias de la sociedad y del hombre que estaban en pleno surgimiento; mismas que propiciaron el derrumbe de viejos paradigmas y creencias, que a su vez expresan una nueva era de la historia de la humanidad.
Se conciben nuevos sistemas políticos con la soberanía del pueblo, libertad, tolerancia e igualdad. Montesquieu, Voltaire, Rousseau y otros ya no aceptaban el derecho divino de los reyes y querían la división de poderes; los fisiócratas y pensadores clásicos de la Economía Política sostenían la libertad del comercio y la industria, la supresión de barreras de aduana para que las mercancías fluyeran libremente sin la intervención de cualquier poder central o estado. La Revolución Industrial había triunfado en Inglaterra a fines del siglo XVII y con ella se impone la máquina al sistema artesanal, creando nuevas condiciones para masificar la producción y para el desarrollo de la burguesía capitalista y su antítesis el proletariado; asimismo es la época en la que las potencias industrializadas tuvieron que competir por los mercados y luchar por el abastecimiento de las materias primas.

La independencia de los Estados Unidos en 1776 había sido otro fenómeno de trascendental importancia para el estallido de la Revolución de Independencia: sirvió de ejemplo a los países latinoamericanos, privó a Inglaterra de algunas de sus colonias obligando a la conquista de otros espacios en otras regiones. Ello posibilitó el apoyo a los movimientos independientes como el nuestro, en virtud de que los principios de la Constitución Americana parecieron ser un arquetipo deseable para las colonias con mayoría de edad para gobernarse por sí mismas.
La Revolución Francesa constituyó otra experiencia histórica que también propició grandes repercusiones en la sociedad colonial: los Derechos del Hombre y del Ciudadano frente al estado se conocieron también y agitaron a pesar de la vigilancia de la Inquisición; en Francia el tercer estado se había atrevido a enfrentarse a los privilegiados y reivindicar para sí sus derechos, fue un modelo digno de ser imitado y, el liberalismo en general, con sus movimientos libertarios establecidos en sociedades secretas completó este panorama de inquietudes y nuevas formas de comportamiento social.
Es de destacarse la celebración de una gran reunión de los liberales de toda América en Londres, en 1798, en donde se buscaba -por lo menos- autonomía para un gobierno emanado de los criollos y no importado de España. Este acontecimiento es el inicio de varios que entre 1800 y 1810 protagonizaron colonos novohispanos incluidos ricos, criollos, indígenas y latifundistas que ya no deseaban compartir la riqueza del nuevo pueblo con los españoles a quienes peyorativamente se les llamaba "gachupines".

La desigualdad social era el pretexto principal para pensar en la Independencia, situación que se acelera en 1808 con la ocupación de Napoleón a España. La ocupación francesa desencadenó una crisis política que desembocó en el movimiento armado. Los Reyes Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, quien dejó la corona de España a su hermano José; como respuesta, el ayuntamiento de México, con apoyo del Virrey José de Iturrigaray, reclamó la soberanía en ausencia del rey legítimo.
Lo destacable es que a pesar del resultado el pueblo al enterarse de la invasión francesa en España, la aprovecha para acelerar la Revolución de Independencia; a pesar de la derrota los criollos se reunieron en pequeños grupos de conjurados para seguir los pasos del ayuntamiento de México, destacando la conjura de Valladolid descubierta en 1809, cuyos participantes fueron puestos en prisión y, en 1810, los conspiradores de Querétaro quienes estuvieron a punto de correr la misma suerte, pero optaron por tomar las armas el 16 de septiembre en compañía de los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de Dolores.
Estallada la Revolución, la libertad con respecto a España, se transformó en un medio para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos. Sus líderes, convertidos en líderes de masas creyeron que la Independencia era tan sólo el paso necesario para alcanzar lo que consideraban como la razón de ser del movimiento insurgente: ser libres para así poder mejorar y aumentar la calidad de vida de los mexicanos.
Miguel Hidalgo, el generalísimo de América, decretó la abolición de la esclavitud el 29 de noviembre del mismo 1810 en congruencia con los principios que inspiraban su lucha contra la opresión, la injusticia y el mal gobierno. El decreto buscaba afirmar aquello que las tropas insurgentes habían buscado mediante el enfrentamiento tenaz contra los ejércitos realistas: La instauración de una sociedad libre, igualitaria y justa mediante la abolición de la esclavitud y supresión de los tributos para las castas.
Convocó a los mexicanos a levantarse para acabar con la opresión y alcanzar la libertad al grito de ¡Viva la Independencia!, que significaba la esperanza de un futuro mejor y al grito también de ¡Muera el mal gobierno! que representaba la inmediatez de los sufrimientos del pueblo; desde el grito en Dolores decidieron sacrificar hasta la vida con tal de conseguir la Independencia, a la que entendían como el medio indispensable para alcanzar un objetivo superior: alcanzar la libertad, creyendo que una vez conseguida ésta, podría implantarse la justicia efectiva sin importar la clase social, eliminarse la pobreza y asegurar las oportunidades para todos.
El continuador de la causa, José María Morelos, el 14 de septiembre de 1813 expresó en el punto quince de los Sentimientos de la Nación, que la esclavitud se proscriba para siempre y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y que sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud.
El Siervo de la Nación puntualizaba con aquellas palabras inmortales: “Quiero que hagamos la declaración de que no hay otra nobleza que la de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales pues del mismo origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos”.
Asimismo, para Morelos la educación resultaba ser la condición de existencia de la nueva nación al exigir que se impartiera a todos por igual: que se eduque a los hijos del labrador y del barretero como a los del más rico hacendado. Por eso, desde nuestra primera Constitución, la de 1814, quedó establecido este mandato supremo: La instrucción como necesaria a todos los ciudadanos debe ser favorecida por la sociedad con todo su poder.
Estos fueron los principales anhelos de los insurgentes, sin embargo como país independiente era necesario que México adquiriera su propia identidad y dejara de mantener un pie anclado en la colonia; ésta precisamente, es la obra de los hombres de la Reforma; asimismo, que fuera potestad de la nación, elevar a rango constitucional el derecho de la misma a la propiedad originaria sobre los bienes fundamentales de la sociedad; fue ahí donde la Revolución anti oligárquica y Nacionalista de 1910 consolida el proceso de construcción de la patria.
El pueblo de México debe estar orgulloso de su historia; somos resultado de un continuo histórico iniciado en la lucha por la Independencia de España, continuada en la Reforma, consolidada en Estado, surgida en el estallido social 1910-1917 y hecha realidad en siglo pasado, con el proceso que sentó las bases del México de Hoy a pesar de todos sus problemas y desafíos del nuevo Siglo.
Por estas razones, en este día en el que se conmemora el Grito de Dolores, tenemos la histórica responsabilidad de asumir el compromiso de una propuesta de cambio profundo y radical, a efecto de que se erradique de una vez por todas, la discriminación y pobreza, como lo soñaban Hidalgo, Morelos, Juárez y los héroes revolucionarios que construyeron al Estado y a la sociedad a partir del siglo XX y perfilaron nuestro futuro en el actual.
El momento histórico que vivimos nos exige congruencia y compromiso con el Eco del Grito de Dolores. En los hechos, México ha vivido y está viviendo un proceso de ocupación integral, a la vez abierto y silencioso, mediante reformas a la Constitución que han refuncionalizado nuestra nación al proyecto globalizador y hegemónico.
El proyecto neoliberal y el llamado “Consenso de Washington” han logrado convertir a México en una zona transnacionalizada, dependiente y excluyente a través megaempresas transnacionales cuyo poder de decisión es extranjero, en colaboración de redes internas que han hecho su modo de vida; éstos últimos, para obtener privilegios y pagos por sus servicios y que lamentablemente, tiende a extenderse y profundizarse en todos los sectores del Estado, la economía, la cultura y la sociedad mexicana.





















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