sábado, 5 de noviembre de 2011

Ban Ki-moon con brújula occidental - Victor M. Carriba

Ban Ki-Moon
El fuerte apego del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a las políticas de Estados Unidos y las potencias europeas constituye hoy tema recurrente en los círculos periodísticos y diplomáticos de la sede de organización mundial

La actual agudización de la crisis entre Israel y Palestina reafirmó esa línea de actuación del titular de Naciones Unidas, quien está a punto de concluir su actual mandato y de iniciar un segundo período tras ser reelecto sin candidato opositor.
Para buena parte de los observadores, esa conducta quedó acentuada tras de la petición del presidente Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abas, para el ingreso del nuevo Estado Palestino como miembro pleno de Naciones Unidas
Esa aspiración, expuesta el pasado 23 de septiembre ante la Asamblea General, cuenta con el respaldo abierto de unos 130 países miembros de la ONU, pero recibió el rechazo absoluto del gobierno norteamericano.

Washington amenaza con aplicar su poder de veto en el Consejo de Seguridad si el tema llega a obtener la mayoría de nueve votos necesaria en ese órgano de 15 miembros
El mismo día en que Abas presentó la solicitud de ingreso del nuevo Estado Palestino en la ONU, Ban Ki-moon se sumó a la maniobra estadounidense de impulsar la reanudación de las negociaciones de paz para así bloquear el reclamo de admisión
Esas conversaciones están paralizadas desde hace 13 meses debido a la intransigencia de Israel de continuar la construcción de asentamientos judíos en los territorios palestinos ocupados desde 1967.

En febrero pasado, Estados Unidos quedó en soledad cuando ejerció su privilegio de veto en el Consejo de Seguridad contra una resolución de condena a Tel Aviv por extender la edificación de esas colonias.

Ese texto recibió la aprobación de los otros 14 países integrantes del órgano: Gran Bretaña, Francia, Rusia, China, Brasil, Colombia, Líbano, Nigeria, Gabón, Portugal, Bosnia y Herzegovina, India, Suráfrica y Alemania.

El pasado lunes, la ANP fue admitida en el seno de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) por 107 votos a favor, 14 en contra (entre ellos Estados Unidos e Israel) y 52 abstenciones.

Inmediatamente, Washington e Israel anunciaron el corte de sus aportes financieros a esa agencia de la ONU y Ban Ki-moon advirtió sobre las consecuencias de la decisión acordada por los 193 Estados miembros de la Unesco.
El máximo responsable del organismo mundial fue más allá y reclamó a los palestinos que se abstengan de solicitar su ingreso a otras instituciones del sistema de Naciones Unidas.

Dijo que ese deseo de entrar en la ONU puede conducir a una colisión frontal con Israel y reiteró su llamamiento -y el de Estados Unidos- para retornar a las negociaciones y abandonar la aspiración de membresía.
La postura del titular de la ONU hacia el ingreso palestino se suma a la que asumió al secundar la intervención militar de la OTAN en Libia, que condujo al derrocamiento y asesinato del exlíder de ese país, Muamar el Gadafi.

Y también coincide con su actuación hacia la situación en Siria y los intentos de Estados Unidos y Europa para tratar de acabar con el gobierno del presidente de ese país, Bashar al-Assad.

Antes, en abril de este año, Ban Ki-moon ordenó a los cascos azules de la ONU en Costa de Marfil que se sumaran a la fuerza militar de Francia estacionada en ese país para capturar y deponer al entonces presidente Laurent Gbagbo.
Palestina, Libia y Siria son ejemplos que marcan las acciones del secretario general al final de su primer mandato en la ONU y fijan el rumbo de su brújula para los próximos cinco años: siempre el norte.

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