miércoles, 9 de noviembre de 2011

Hay alternativas. Por Lagos Nilsson.

No pocos analistas de la contemporaneidad creen descubrir, a partir de los movimientos ciudadanos europeos —en Portugal, España, Grecia, y posterioremente los "okupas" de Wall Street, en Estados Unidos, un estadio no previsto del proceso denominado globalización; para decirlo en pocas palabras: que estamos todos los habitantes de la Tierra sujetos a los mismos avatares: la indignación por la pobreza que merodea y acecha a las mayorías. El asunto no es tan sencillo.

En rigor, esto de los indignados, de las masas indignadas, nace allá por el 2000 en la Argentina (nihil novi…) y dio al traste con el gobierno del entonces presidente De La Rúa. Como aquellos que hoy protestan en la UE y en EEUU, los que iniciaron cacerolazos en Buenos Aires y acuñaron la consigna "!Que se vayan todos!", fueron en un comienzo mayoritariamente grupos y personas pertenecientes a las capas medias de la población, y su estar indignados y hartos no difería grandemente de las razones que se esgrimen hoy en el Primer (todavía) Mundo.
Esas razones eran el sentirse estafados por políticas económicas que les birlaban sus ahorros; en el caso argentino el final de la paridad un peso=un dólar, el virtual congelamiento de sueldos y la cesantía en aumento; la falta de horizonte para su sector social, o sea. Hasta aquí las semejanzas.


La diferencia es que en la Argentina la indignación ciudadana rebazó la protesta de esos sectores de clase y se convirtió rápidamente en un movimiento ciudadano masivo, policlasista, que incorporó una serie de reivindicaciones y consignas latinoamericanas; las masas, en definitiva, exigieron justicia social para todos, y lo hicieron al costo de muertos y heridfos por la represión policial —algo que al parecer, y visto desde América del Sur, no sucede ni en la Unión Europea ni en Estados Unidos, por lo menos no con fuerza.
Tal vez ese hecho se deba a que en América (la que habla castellano) el individualismo no ha terminado de permear toda la sociedad, ni siquiera en Chile, el motor experimental del neoliberalismo conservador echado a andar a mediados de los años setentas del siglo pasado. Hay en esta parte del Mundo —efecto de las culturas indígenas tanto como de los regímenes brutales de explotación vigentes— un resto que permite pensar en nosotros como todos y no en nosotros como sector que excluye.
De cualquier modo los movimientos sociales europeos y estadounidense son importantes al desnudar una metodología oprobiosa de acumulación de capital y concentración de la riqueza y, dados los tumbos de la economía mundial y la crisis universal de los sistemas de representación ciudadana, no resulta en absoluto fantasioso suponer que al prolongarse este estado de cosas, las masas en aquellos países lejanos adquirirán conciencia verdadera de las dimensiones del drama que hoy las convoca, genuinamente una tragedia en el más clásico sentido del término— que sí es mundial.
El libro que nos ocupa -Hay Alternativas- está está referido a la situación española, lo indica el subtítulo: Propuestas para crear empleos y bienestar social en España. Su enfoque —de cómo salir de la crisis— nos permite, distantes como estamos de la península, comprender lo profundamente que afecta a sus habitantes (tanto a los que protestan como a aquellos que guardan silencio o, todo puede ser, esos otros que piensan, sin ser grandes capitalistas vinculados al sector de las finanzas transnacionales, que sobrevivirán sin mayor aprietos al fenómeno.

Y es también un llamado a la solidaridad racional. Su prologuista señala:
"Las movilizaciones del 15M son una ilustración inspiradora que muestra qué es lo que puede y debe hacerse para no continuar la marcha que nos está llevando a un abismo, a un mundo que debería horrorizar a todas las personas decentes, que será incluso más opresivo que la realidad existente hoy en día". El prólogo es de Noam Chomsky.
Sus autores recogen datos que en cierta forma indican que el abismo señalado por Chomsky ya se abrió bajo los pies del planeta: "Nada menos que el 78 por ciento de la población no está de acuerdo con las políticas de austeridad; en la Unión Europea, donde el 68 por ciento de la población no está satisfecha con la manera como se está construyendo esta institución, y muestra también desacuerdo con las políticas que se llevan a cabo; y en el mundo, donde el 50 por ciento de los trabajadores gana menos de 2 dólares diarios y no tiene ningún tipo de contrato ni de protección social, en donde hay 1.100 millones de hambrientos y casi 2.000 millones en situación de extrema pobreza."

Cabe destacar que no se trata de una obra escrita para sacar provecho de la circunstancia, es decir: pensada para obtener ganancias en un mercado (de lectores) ansioso de dejar atrás la pesadilla; los antecedentes de sus autores hablan por ellos mismos. Son:
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http://pcumadrid.blogspot.com/2011/11/hay-alternativas-por-lagos-nilsson.html
Comunistas uruguayos en España

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