sábado, 19 de noviembre de 2011

Inmigrante y musulmán en Noruega

Cuatro meses después de que Anders Breivik asesinará a 69 personas en Oslo y la isla de Utoya, se celebran las vistas previas de su juicio
Conversamos con jóvenes de origen árabe sobre el impacto que estos atentados ha tenido sobre el país y sobre su percepción de omo son percibidos

Inmigrante y musulmán en Noruega from Alvaro A. Ricciardelli on Vimeo.

Noruega es un país siempre en lo más alto de los rankings de desarrollo humano. Educación y sanidad públicas, universales y de calidad, ayudas a las familias, apoyo a desempleados… en definitiva una red de protección social envidiable. Esta red provoca no solo cohesión social, sino la inexistencia de grandes tensiones entre los diferentes colectivos de un país también modelo de convivencia
Pero un hecho terrible, algo único en la historia moderna Noruega y que dejó al país en estado de shock, estuvo punto de provocar que todo saltase por los aires. Anders Breivik y su día de terror por suerte no tuvieron el impacto que el asesino deseaba, aunque sí dejó en evidencia que Noruega no es ese paraíso sin grietas donde todo funcionaba.


El día del ataque en el que Anders Breivik mató a 69 personas en Oslo y la isla de Utoya Naila estaba en su trabajo, la sede de un importante banco noruego en Oslo. Lo primero que sintió fue confusión, luego desconcierto, y luego miedo. “No sé si fue mi impresión pero cuando volvía a mi casa en metro aquel día sentí que la gente me miraba mal, como si yo fuese una de las responsables del ataque”. Naila nació en Pakistán pero vive en Noruega desde que tiene 4 años. No es rubia ni tiene ojos azules, pero su acento la delata como una joven más crecida en Oslo. “Tuve suerte y creo que me he integrado más fácilmente debido a que aprendí pronto el idioma y las costumbres, para mis padres no fue tan fácil”, comenta.
Abed es palestino. Llegó a Noruega hace 6 años, en condición de refugiado. Aquí tuvo apoyo del gobierno, que le ayudó a conseguir una casa, trabajo y a continuar sus estudios. Se ve a sí mismo trabajando en alguna embajada, y aunque agradece todo lo que Noruega ha hecho por él, nunca se olvida de Palestina.”En mi país cuando me cruzo con mi vecino le doy los buenos días. Es lo mínimo. Aquí, si digo buenos días a mi vecino, me mira mal”, asegura.

Y es que a pesar de todas las facilidades, de todas las ayudas y de la tranquilidad que supone vivir en este país muchos inmigrantes consideran que la más difícil llega a la hora de integrarse. “Se organizan muchas actividades, hay días culturales en los que hacemos comida palestina, por ejemplo, y la gente viene, pero sólo durante un rato y no parecen demasiado interesados en lo que tenemos que decir”, comenta Abed.
Naila tiene muchos amigos noruegos, además de un círculo pakistaní importante. “Ahora se está viendo un cambio, se ven a más hijos de inmigrantes saliendo junto con noruegos, creo que en el futuro esto va a cambiar para mejor”, afirma.

En las primeras elecciones locales después de los ataques la extrema derecha, con la que Breivik simpatizaba, perdió gran parte de su apoyo. No fueron pocos los noruegos que se alegraron de que el responsable del ataque fuese uno de ellos; si hubiese sido un inmigrante, los noruegos se habrían visto obligados a repensar muchas cosas. Se habrían visto obligados a repensar un modelo multicultural, de apoyo a los refugiados y a los inmigrantes que, aunque funciona, tiene muchas cosas por mejorar

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