domingo, 18 de diciembre de 2011

Argentina: ¿Hubo pacto de silencio "Alperovich-Bussi"?

Tucumán fue el feudo donde sentó sus reales uno de los represores más brutales: Antonio Domingo Bussi
Antonio Domingo Bussi - José Alperovich
Tucumán.- Un pasado que paradójicamente se niega a desaparecer, vuelve insistente en los restos de quienes fueron secuestrados y desaparecidos durante el último gobierno de facto.
El escenario no puede ser más emblemático: la Provincia de Tucumán, epicentro del Operativo Independencia ordenado por el Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, y baluarte elegido por los grupos guerrilleros.

También, un sitio donde la memoria histórica adquiere la verdadera dimensión de la tragedia, al tiempo que ofrece otras aristas para un debate que no amaina sus velas, sino por el contrario, propone nuevas hipótesis, algunas quizás un tanto incómodas para algunos que hoy ejercen la función de Gobierno.

Tucumán fue asimismo el feudo donde sentó sus reales uno de los represores más brutales Antonio Domingo Bussi, que pasará a la como un “duro” que terminó sus días llorando antes las cámaras de televisión, sin demostrar la menor pizca de arrepentimiento en su alma por tanta atrocidad cometida.

Es que todo aquel infierno al que Bussi sometió a la población de Tucumán, siguiendo las órdenes de Luciano Benjamín “El Cachorro” Menéndez, entonces Jefe del extinto Tercer Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba, de cuyo mando dependía, en sus extraviados desvaríos de ultranacionalismo, fueron “actos de servicio” a la Patria.
Sin embargo, conviene recordar que sin el apoyo de importantes sectores de la población civil, quizás esta aventura siniestra nunca hubiera prosperado.
Desde los civiles que aplaudían el paso de los tanques en las calles aquel 24 de marzo de 1976, pasando por estamentos medios y llegando a encumbrados políticos, todos pusieron de su parte para que aquella tragedia subiera a escena.
Tres décadas más tarde, los muertos de aquellos años, da la impresión de que continúan pagando el costo político de algunos sectores a los cuales les conviene que sigan en las fosas, o que salgan a la luz del día, según marque el termómetro de la necesidad política.

En otros casos, como el de Tucumán, esos muertos afloran sintomáticamente cuando el tenebroso Bussi ha descendido a la fosa –o a los infiernos, dirá alguno, tal vez-; entre esos testimonios óseos, uno cobra particular protagonismo: los pertenecientes al ex Senador Provincial Guillermo Vargas Aignasse, secuestrado en abril de 1976, sin que se supiera nada más de él, hasta ahora.
En virtud de la causa penal iniciada por este hecho fueron condenados Antonio Bussi y Luciano Menéndez, pero sin embargo, no fue sino hasta después de la muerte de Bussi que los cuerpos –y en particular el de Vargas Aignasse- se descubrieron. De hecho, el último hallazgo se produjo el 25 de noviembre próximo pasado, “casualmente” al día siguiente del fallecimiento del ex gobernador de facto de Tucumán.

A la casualidad, conviene agregarle la poco feliz frase del actual Gobernador de Tucumán José Alperovick, quien a medio camino entre la candidez y el cinismo, afirma que "Esta fosa demuestra que el genocidio de la dictadura militar fue tremendo, así como el grado de aberración que hubo en Argentina". Para quien gobierna la Provincia donde tuvo lugar esa masacre, la suya es una afirmación demasiado “ligth”, sin compromiso y que más lleva a pensar en la existencia de alguna suerte de pacto secreto entre el "establishment” político y el ex General Bussi
Para hacer agregar más suspicacia a la cuestión, viene a sumarse el hecho de que la primicia sobre estos hallazgos de cuerpos en fosas comunes le correspondió a la Gaceta de Tucumán, medio de prensa alineado sin escrúpulos con la línea de gobierno de Alperovich.

Así, bien podría estarse en este caso frente a un posible "pacto de silencio", una suerte de Caja de Pandora dejada por Bussi, para ser abierta inmediatamente luego de su muerte.


Acaso una prueba más de lo dicho al comienzo: la gran tragedia Argentina de los años setenta, tal vez no hubiese ocurrido sin el apoyo de esos sectores civiles, que rasgan sus vestiduras parloteando sobre derechos humanos, pero que en su momento quizás también aplaudieron los tanques en las calles.-
.Por: Ernesto BiscegliaPara EL INTRANSIGENTE

No hay comentarios:

Ir arriba

ir arriba
Powered By Blogger