jueves, 22 de diciembre de 2011

El imperio del miedo

Revista Fusión
Sólo quieren que vivamos asustados, con miedo, temerosos incluso de levantarnos por la mañana y disponernos a vivir. Es su método, su fórmula mágica, la que anula nuestro potencial y nos convierte en sus esclavos.


Nos amenazan con todo lo posible, casi con todo lo que existe y se mueve a nuestro alrededor. Pero, sobre todo, nos amenazan con aquello que ellos crearon, inventaron, y luego nos convencieron de que era indispensable para vivir.
Pero para vivir no son necesarias muchas cosas que nos vendieron, que nos ofrecieron como imprescindibles, que nos atraparon y nos redujeron a zombis bailando a su gusto, a su criterio y, sobre todo, a su egoísmo y a su sed insaciable de poder.

Están por todas partes, en todo el planeta, se parecen todos, hablan el mismo lenguaje, son como clones.

Miran al resto de la humanidad por encima del hombro, la consideran inferior, instrumentos para conseguir sus propios fines. Es algo heredado de los orígenes, de los tiempos en los que el hombre fue creado y utilizado como una subespecie.

Pero el hombre, el ser humano, ha evolucionado, ha desarrollado parte de su potencial y algún día se convertirá en algo muy poderoso. Por eso le temen, por eso le esclavizan, por eso le ocultan la verdad.

Los poderes del imperio del miedo se turnan para ejercer su influencia maligna sobre la humanidad. Primero fueron los religiosos. El poder de las religiones sometió al hombre a la ignorancia y al miedo. La humanidad vivió, y aún vive una parte, preocupada por su “condena”, temerosa de un “dios” cruel y vengativo, atemorizada por unos “intermediarios” crueles, déspotas y carentes del más mínimo sentimiento sensible hacia el dolor del hombre. Pero las religiones han perdido su fuerza, basada en el miedo, y ya no ocupan el lugar de privilegio que ocuparon.

Luego están los políticos, los “dioses” ascendidos de entre el pueblo que dieron la espalda a los suyos para servir a los poderosos. Esta degeneración de la especie humana, corrupta y vulgar, aún ocupa un lugar destacado entre la humanidad, pero su valoración y credibilidad va poco a poco perdiendo peso. Además, ha quedado en evidencia a quien sirven en realidad, ha quedado claro su subordinación al poder financiero, han demostrado sin lugar a dudas a quienes vendieron su alma.

Y ahora aparece en toda su expresión el poder que siempre estuvo detrás de los otros pero que pasa a ocupar el primer plano, el poder financiero, los banqueros.

Sus armas son las mismas, inculcar el miedo, la dependencia de ellos, presentarse como “dioses” y “salvadores” de los males que previamente ellos diseñaron y llevaron a la práctica. Su ambición es ilimitada, su falta de respeto hacia la vida es sólo comparable a su frialdad ante los daños ocasionados por su ambición. Las personas son números en sus balances. La dignidad humana no cuenta en sus “negocios”. El sufrimiento humano, consecuencia del hambre y las enfermedades ocasionadas por la pobreza que ellos ocasionan, son sólo daños colaterales inevitables.

Y ahora mismo, en estos tiempos de cambio, los tres están presentes y activos. El religioso queriendo recuperar el poder perdido. El político no queriendo perderlo. Y el económico cogiendo las riendas de todo porque lo que realmente importa es el poder. Pero, mientras, el hombre va despertando, se va dando cuenta de lo que ocurre, se está empezando a unir y a levantar su voz reclamando sus derechos y en contra de la dictadura de los poderes.

Ellos, los poderosos, sabían que eso iba a llegar, y saben que ya ha llegado. Por eso aprietan más el lazo, por eso amenazan más que nunca con el miedo a un futuro negro, por eso están llevándolo todo a una situación límite.

El pulso ha comenzado, y el hombre, el ser humano, debe de ser consciente de su poder, del poder que da la unidad de los pueblos, porque esa es la gran arma contra la que nada pueden hacer. Ya se está demostrando en algunas partes del mundo.
El imperio utiliza el miedo, la amenaza con el caos. El hombre debe utilizar la unidad, la fuerza que emana de ella, para desenmascararles y expulsarles de sus ficticias posiciones de privilegio. Están ahí gracias a la ignorancia y el miedo de los pueblos.

Pero conociendo la verdad sobre el origen y el destino del hombre y uniéndose todos como uno solo, no existen “poderosos” que nos detengan.

Porque el planeta es de todos y para todos. Porque la riqueza que en él existe es suficiente para vivir todos. Porque el vergonzoso y repugnante control que “ellos” ejercen sobre la riqueza del planeta, no puede ni debe continuar por más tiempo.

Ellos actúan en contra del diseño original del planeta y de la humanidad.
La verdad no está de su lado. Su tiempo se acabó.

La humanidad, unida, tendrá a su lado la fuerza de la Verdad, la fuerza Original, la fuerza de la Madre Tierra, la fuerza de la Vida. El tiempo de la humanidad, como creación con un fin determinado, comienza.

No dejemos que su miedo se apodere de nosotros. No creamos en nada de lo que dicen, porque todo es mentira. No confiemos en ellos, porque están demostrando que sólo les interesa su riqueza y su poder. Para ellos, nosotros solo somos materia prima utilizable y luego desechable.
Luchemos. Luchemos. Luchemos

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