miércoles, 25 de enero de 2012

El candente desencanto

Carlos Lucero
Es posible que los receptores de estas líneas, si son militantes bolivarianos, resulten con el ánimo colgado de la endeble rama del desencanto. Porque, aunque nos pese, desde este inaguantable calor que castiga al cono sur, las cosas no se perciben como lo destacan los buenos anuncios que emanan de las agencias oficiales respectivas.
Ycreemos que deben decirse, sin que se consideren como un ataque a las intenciones del proceso que dirigen Cristina Fernández y el presidente Hugo Chávez.

Como sabemos, en la mayoría de los titulares y comunicados, se describen prometedores proyectos en conjunto, se aplaude a unidad de los países, se reitera la anhelada configuración de la CELAC. Y todo eso está bien, my bien. Sin embargo, de este lado de la cortina, el ciudadano medio recibe y retroalimenta un panorama que no inspira apoyo, y causa, por lo menos, lánguida extrañeza.
Digámoslo claramente, en estas latitudes de fuerte clase media alienada, se vive con paradigmas del siglo XIX, que vienen siendo maquillados con eufemismos apropiados, para que resuenen gratos a oídos virginales. Déjeme decirle compañero que acá no existen incendios, sino “focos ígneos”, tampoco gente pobre o explotada, sino un sector “carenciado”. En ningún lado se cocina, pero si se practica “gastronomía”. No hace calor sino que reina una innegable “sensación térmica” elevada. No hay artículos caros, pero todo se ha puesto “oneroso”, ¿qué barbaridad, viste? El precio del Metro porteño, ahora a cargo del alcalde derechista Macri, pasó de 1,10 a 2,50 pesos de un día para otro. ¿Qué hay protestas? Sí, pero ya pasarán.
Hablar de bolivarianismo, en este entorno, resulta más extraño que mencionar la hipótesis del Bosón de Higgs. Así tuve que admitirlo, con experimentada pena, ante mis alumnos del nivel secundario, pero también con diálogos con ciudadanos comunes. Lo que realmente duele es que la misma ignorancia e indiferencia, la manifiestan ante preguntas sobre el libertador San Martín y en general la epopeya de los próceres de la Independencia. La nueva generación carece del mínimo interés en obtener información sobre este aspecto de la realidad nacional, a no ser bajo coacción punitiva, es decir sanciones, que tampoco se aplicarán. La educación gratuita a todo nivel, que existe hace más de un siglo en la Argentina, no es valorada por sus destinatarios, tan cercanos y tan ausentes de la lucha del estudiantado chileno. La década de los noventas y su consiguiente destrucción que produjo el régimen neoliberal, no se ha retirado del entorno socio cultural copresente.
Más aun, se exhibe reforzado, con programas de la televisión que gozan de elevado rating y anochecido contenido. Como uno, en el cual, a las bailarinas se les descose el sujetador en plena acrobacia, con total toma de cámara, u otro en donde se ven parejas de jóvenes que se bañan apasionadamente juntos. Imágenes calientes que se emiten a las diez de la mañana, en medio de risas y festejos de los conductores. Total, ¿cual es el problema? Cualquier sanción, si alguien se anima a imponerla, se paga y listo.
Pero no todo es cosa de chicos. Los adultos absorben referencias concretas que confunden aún más. Por ejemplo, gobernadores de provincia, con nutridas comitivas, vuelan a Washington a solicitar préstamos para iniciar obras públicas en vialidad y otros sectores de su administración.
No hay mucho más para contar, en definitiva. Quisiera que esta nota remarcara el nacimiento de nuevos valores que acompañan a otros procesos de avanzada con que contamos en nuestra Sud América, pero el proceso iniciado en estas latitudes se revela notoriamente desigual. Lleva otro ritmo y, aparentemente, otro destino. Roguemos que así no sea.

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