lunes, 23 de enero de 2012

El espectro de 1932

El espectro de 1932 se titula un breve ensayo publicado el último día de 2011 en el periódico británico Daily Mirror. El autor, el historiador Dominic Sandbrook, desarrolla una tesis que no nos puede dejar tranquilos. Los primeros años de la década de los 30 del siglo pasado en Europa, pero no sólo allí, fueron el prólogo de uno de los peores periodos de la historia de la humanidad, años que Sandbrook hace calzar en nuestros días. Durante el transcurso del 2012, dice, están las condiciones para repetir los errores de 1932. Sólo unos líderes de gran estatura serían capaces de torcer el dramático curso que vaticina
Es imposible programar una partida de ajedrez donde se jugará el futuro de la humanidad si se ocultan piezas. Y se está haciendo con los hechos que anuncian un mundo próximo radicalmente diferente al actual.
Podemos afirmar que esos líderes no existen ni en Europa ni en Estados Unidos, pero también que la historia, si bien es cíclica, no se repite. Como contrapeso a esta visión, afirmemos que vivimos una nueva experiencia, desde las que surgen por doquier eventos que llevan a la humanidad por un cauce muy parecido a los de la tercera década del siglo pasado. Las cosas pueden ser similares, pero también peores.
El historiador británico nos alerta con tres escenarios análogos: el desastre económico, la convulsión social y la respuesta política que apunta la instalación de gobiernos de ultraderecha y de rasgos fascistas. Al repliegue de los fracasados gobiernos socialdemócratas (en la Unión Europea sólo sobreviven tres) la respuesta de las elites corporativa financiera ha sido la instalción de administraciones afines con sus intereses, las que han aplicado políticas de recortes salariales y laborales. Eso será más leña al fuego; recesión, disminución del consumo, de las ventas, aumento del desempleo. 
A su vez, más movilizaciones, protestas, las que incentivarán los nacionalismos, racismo y la derechización extrema de los gobiernos su vez
Los efectos Qde la crisis económica europea no tardarán en llegar a su peor momento. “Las ondas de choque golpearán esta primavera boreal, por lo que se podrían ver colapsos bancarios, quiebras de empresas y millones sin trabajo. Para las firmas británicas con negocios en Europa, tales como compañías de viaje, aeropuertos, agencias de vacaciones, el hundimiento de la eurozona será una catástrofe”.

Hace 80 años, la historia nos relata que las ramificaciones de la crisis derivaron hacia los escenarios social y político. En varios aspectos, los doce meses de aquel fatídico 1932 marcaron el punto de inflexión entre democracia y tiranía, un breve periodo que llevó al mundo desde una paz inestable hacia el odio abierto y la posterior matanza.
La democracia misma, acosada. En Francia, el presidente Paul Doumer era asesinado, en Portugal, el autoritarismo del ultracatólico Antonio Salazar extendía su reino del terror, en Italia se consolidaba el fascismo de Mussolini y en Alemania estaba a punto de asumir como canciller Adolfo Hitler. Pocos años más tarde, la reacción del fascismo español, la guerra civil y los 40 años de franquismo.
Hoy, podríamos decir que la situación no es tan mala. Pero Sandbrook no lo estima así. Aunque la extrema derecha es hoy una minoría un tanto excéntrica, los recientemente electos primeros ministros de Grecia e Italia, fueron instalados por las elites corporativas financieras sin que la ciudadanía les haya dado un solo voto.
En la Europa del siglo XXI las demandas de las ciudadanías son un simple y debilitado rumor ante los intereses de París y Berlín. Si la crisis de la eurozona se profundiza, como es bien probable, Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y sus aliados de Bruselas demandarán aún más poderes, lo que conducirá a reacciones nacionalistas en las calles de las capitales europeas.
En Estados Unidos los paralelos también abundan. En 1932 el presidente Herbert Hoover, asediado por el creciente desempleo, la caída de todos los indicadores y reacio a tomar medidas claras para enfrentar la recesión, era derrotado en la contienda electoral. Hoy, Obama comparte la misma impotencia, indecisión y aislacionismo. Pero en desventaja histórica. En 1932, el candidato ganador fue el demócrata Franklin D. Roosevelt, uno de los grandes estadistas del siglo al haber torcido el trance del libre mercado desregulado con sus políticas keynesianas.
No sólo en Europa y Estados Unidos. En Asia, nuevos poderes venían en alza. Hacia el final de 1931, el Japón Imperial invadió la provincia china de Manchuria para la obtención de recursos naturales, sitio que se extendió hasta el fin de la II Guerra Mundial. Hoy, las tensiones están invertidas, con China invirtiendo miles de millones en programas de defensa y estableciendo colonias de facto a lo largo y ancho de Africa para obtener recursos naturales como cobre, cobalto y zinc.
Bien sabemos que el núcleo de los sucesos de 1932 estaba localizado en Alemania. A medida que la República de Weimar tambaleaba por el desempleo y la inflación, un oscuro pintor austriaco emergía para ubicarse en el centro del poder. Hacia finales de 1932, tras los fracasos de los tecnócratas y generales para restaurar el orden, el presidente Paul von Hindenburg comenzaba a observar lo impensable: la perspectiva de Hitler como canciller de Alemania.
Todos sabemos lo que ocurrió después. “Ochenta años más tarde, sería fácil decir que lo peor nunca podría volver a ocurrir. Pero aquello era, por cierto, lo que la gente pensaba y comentaba en 1932”.
PAUL WALDER
Clarin.cl

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