sábado, 7 de enero de 2012

“El fascismo vive, agazapado y peligroso”

ENTREVISTA, Luis Morales, director del documental "Ojos que no ven...víctimas del fascismo desde la transición"
'Ojos que no ven...' aborda el goteo de agresiones y asesinatos ultraderechistas desde el final de la Transición dando la palabra a sus víctimas. Testimonios de más de 30 años de violencia invisibilizada.
Alvar Chalmetea, Madrid
"Imaginate" que pudiera un día, con una herramienta a través de la televisión, 'capturar' la atención de esos millones de ojos que están viendo una final de fútbol, 'capturar'  su atención y mostrarles otra realidad. Ésos son los ojos que no ven..., ésos son los ojos que tienen 'cataratas' que les impide ver más de 100 muertos, miles de agresiones anuales, etc". Así explica Luis Morales, su director, el título de un proyecto colectivo poco usual, no sólo por su temática, sino por su forma de difusión
- DIAGONAL: ¿Cómo realizasteis el documental?

- LUIS MOLES: Nace de una inquietud del guionista y mía, que hemos estado implicados en la lucha antifascista, porque nos parecía que existía un vacío enorme. Se había tratado poco y casi siempre desde una óptica muy amarillista, muy sensacionalista.
Nosotros queríamos huir de esto, y empezamos, con muy pocos medios, entrevistando a algunos familiares, amigos o compañeros de las víctimas. Poco a poco, se fue sumando gente al proyecto que aportó sus ideas, sus ganas y su trabajo. Tengo que mencionar a Iria Prods, que nos apoyó desde el principio y al grupo Habeas Corpus, que compuso la música. También ha habido mucha gente que ha colaborado para traducir Ojos que no ven... al euskera, catalán, gallego, francés, inglés, alemán y griego.

Víctimas del fascismo desde la transición.
-D.: Es una película con gran carga política y pocos recursos. ¿Cómo os estáis apañando para su difusión?
-L.M.: Gracias al apoyo de mucha gente, alquilamos una sala de cine en Madrid y la estrenamos. También ha habido presentaciones públicas en Salamanca, Valladolid, Valencia, Castellón, Soria, Palencia, Torrelavega, Ponteareas, Girona, Bilbao, Orereta, etc. Para la difusión hemos decidido licenciarlo con una creative commons y colgarlo en la web, con la inestimable colaboración de Nodo50, para que se la descargue quien quiera (ojosquenoven. nodo50.info). Y, grata sorpresa, ha funcionado muy bien: hay más de 50.000 descargas. Pronto se subirán los subtítulos a la web.

 víctimas del franquismo
-D.: El documental abarca un amplio período de cerca de 30 años. ¿Hay algún hilo común en las agresiones de los grupos fascistas?
- L.M.: Sí, hemos tratado de recoger lo más posible del espectro de estas agresiones. Aunque ahora en la globalización de la ignorancia, le llaman ya fascismo a cualquier cosa, la idea era, a través de las víctimas, identificar y denunciar los métodos, los círculos, los apoyos, las conexiones de las bandas fascistas. Aunque 30 años no son nada en términos históricos, sí que son suficientes para parar y echar la vista atrás con cierta perspectiva. Cuando mataron a Yolanda González –el documental empieza con su asesinato– yo tenía diez u once años, pero recuerdo perfectamente que se hablaba de ella en los años posteriores. En determinados entornos siempre ha estado presente su recuerdo, quizá por eso la elegimos. Nos parecía importante ligar su recuerdo con el de Carlos Palomino. Esa perspectiva es muy fácil de perder si no se trabaja con cierta insistencia.
Las cosas han cambiado desde aquellos años ‘80 a nuestros días, pero en realidad, esa  bestia llamada fascismo (con todas sus variantes) sigue viva, agazapada, peligrosa... Han cambiado los agresores. O, mejor dicho, las estructuras de las organizaciones fascistas se han ‘actualizado’. Las conexiones con los cuerpos represivos no son tan evidentes como en los primeros años de la reforma política, cuando los atentados fascistas se planificaban y diseñaban directamente en cuartelillos y dependencias policiales.

 La transición se basó en la reconciliación de los bandos enfrentados
Las tácticas también varían, como la apuesta electoral por un lado o la creciente islamofobia por otro... Aunque si nos fijamos, y esto va a la par en nuestra sociedad dormida, cada vez más conservadora, hay brotes de un nacionalcatolicismo de lo más rancio y peligrosamente agresivo.
También se puede hablar de varias ‘tipologías’ de agresiones, que en términos generales están asociadas al ejercicio del poder, sobre todo aquello que de una forma u otra lo cuestione, ya sea porque rompe la uniformidad, porque es diferente o porque directamente lo cuestiona. Y luego hay tipologías de agresores: los militares, los paramilitares, los que cambian la cruz por el fusil redentor, los que van en jauría a la caza de lo que sea, los que seleccionan sus presas, etc.
-D.: A lo largo del documental entrevistáis a numerosas víctimas o a sus allegados. ¿Cómo resumirías sus percepciones?
-L.M.: En seguida nos dimos cuenta de que se producían reflexiones muy similares en gente totalmente diferente: desde Beatriz, compañera de la transexual Sonia asesinada en Barcelona, a Diego, amigo del joven punki Richar, apuñalado en Alcorcón, a Guillém, padre de Guillém Agulló, joven independentista asesinado en Valencia. Lo dicen muy bien el periodista Mariano Sánchez Soler y Habeas Corpus en la película. Está  la brutalidad y cobardía con la que actúan los grupos fascistas, está la impunidad con la que se libran de la justicia, y luego encima está la ignominia con la que se libran de las condenas las pocas ocasiones en las que los pillan.
Eso es como una segunda muerte. Esto ha sido casi una constante. El descaro de su impunidad hace más evidente el desamparo de sus víctimas.

Al hablar con ellos y ellas de lo que les había sucedido, yo he notado más bien enfado, porque de la injusticia no te alivias más que cuando se hace justicia, que es lo que falta. Eso sí, el hablar de ello los reafirma, y claro está, a mí también.
-D.: En tu opinión, ¿qué es lo que reclaman las víctimas de las agresiones fascistas?
.L.M.: Justicia. Reconocimiento. Que se reconozca que son víctimas del fascismo, y que se les dé un reconocimiento social e institucional, y por supuesto que no se les olvide. En cierta medida la película
Fuente: DIAGONAL

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