miércoles, 25 de enero de 2012

El gobierno sueco debe investigar las armas de Uranio

.Aftonbladet* (http://www.aftonbladet.es/), 16 de enero de 2012
.**Anders Romelsjö y otros

Traducido para IraqSolidaridad por Paloma Valverde
“Un microgramo del isótopo 238 del uranio (U-238) destruye miles de partículas alfa al día, lo que daña tanto a las células del organismo humano como al ADN”.
Este año se cumple el décimo aniversario de la contribución sueca a la guerra de Afganistán. No obstante, la cuestión de los efectos de las armas de uranio sobre la salud es relativamente desconocida en Suecia. Estados Unidos y Reino Unido utilizaron armas de uranio durante la Guerra del Golfo (1990-1991), en Yugoslavia y otra vez en Iraq en 2003 y, posiblemente, en Afganistán. Las armas están fabricadas en Estados Unidos, Francia, India, Rusia y Paquistán y, quizás, por la empresa sueca Bofors, que forma parte del grupo de fabricantes de armas BAE. Systems Bofors ha declinado responder a las preguntas relativas al uranio que recubren los proyectiles, ás pesado que el plomo y con una capacidad de penetración tan alta que permite atravesar tanques y búnkeres. El uranio que se utiliza en el recubrimiento de las armas es, fundamentalmente, el isótopo U-238, que proviene de los residuos del proceso de enriquecimiento del uranio natural para convertirlo en energía nuclear. Estos residuos son los que se conocen con el nombre de uranio empobrecido.

Las armas también pueden contener uranio poco enriquecido o la forma más peligrosa de uranio, que ya se ha utilizado en las plantas nucleares, aquella que contiene pequeñas cantidades de plutonio, elemento extremadamente tóxico.
En el impacto, los proyectiles recubiertos de uranio arden a altas temperaturas y generan un polvo muy fino de oxido de uranio, el cual se expande muy fácilmente. Este polvo penetra en el cuerpo humano a través del aire que respiramos y las partículas de oxído de uranio bien quedan atrapadas en los pulmones o bien penetran en el torrente sanguíneo y así llegan al resto de los órganos. Un microgramo del isótopo 238 del uranio (U-238) destruye miles de partículas alfa al día, lo que daña tanto a las células del organismo humano como al ADN.
Las armas de uranio pueden provocar cáncer, malformaciones congénitas y aumento de la mortalidad. En Basora se ha producido un significativo incremento de los casos leucemia infantil y los casos de cáncer se han cuadruplicado, del mismo modo que en Faluya se han incrementado las malformaciones congénitas, lugares ambos en los que en 2004 se produjeron grandes batallas entre las tropas estadounidenses y los iraquíes. La ratio de nacimientos por sexo es menor de la habitual, al igual que sucedió en Japón después de las bomba atómica de 1945, una señal de daño a los cromosomas sexuales.
Después de analizar muestras del suelo, del agua y del cabello de los padres de los niños con malformaciones congénitas, los investigadores llegaron a la conclusión de que los residuos de uranio son probablemente la causa de esta desproporción. Sus conclusiones están apoyadas por las investigaciones llevadas a cabo con animales y células de cultivo.
De acuerdo con las informaciones llegadas desde Iraq, hay más de 300 lugares contaminados con residuos de uranio. Tras la guerra de la antigua Yugoslavia, también se informó del aumento de la tasa de cáncer, que padecieron también algunos soldados italianos.
En noviembre de 2011, en un seminario celebrado en la Universidad sueca de Luleå, investigadores iraquíes y suecos informaron extensivamente sobre la contaminación del medioambiente en Iraq por polvo de uranio y los graves efectos sobre la salud que esto implica. Los investigadores adoptaron una resolución en la que calificaban a las armas de uranio de muy peligrosas y exigían transparencia a los Estados fabricantes de ese tipo de armas.
La resolución 148 de la Asamblea general de Naciones Unidas, de diciembre de 2010, apelaba a los Estados miembro a informar de la posesión y el uso de armas de uranio empobrecido. Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Israel votaron en contra, mientras que Suecia, así como varios países europeos se abstuvieron en las votaciones. No obstante, una gran mayoría del Parlamento europeo, ha votado cuatro veces en contra de las armas de Uranio.
Previamente, el parlamento sueco rechazó la moción de prohibir las armas de uranio. En 2008, el comité de Asuntos Exteriores escribió: “[…] Si existen pruebas médicas convincentes que demuestren que la munición de uranio empobrecido provoca daño a la salud y al medio ambiente, el comité está dispuesto a su prohibición”.
Ahora ya existen suficientes pruebas. Varios datos indican que las armas de uranio empobrecido podrían haber sido utilizadas en Afganistán. ¿No debería el gobierno sueco investigar si los soldados suecos en Afganistán han estado expuestos a las armas de uranio y si Bofors manufactura o ha manufacturado esas armas?
* Artículo gentileza de la organización sueca IrakSolidaritet, miembros de la Red Internacional Antiocupación (IAON), a la que igualmente pertenece la CEOSI.
**Anders Romelsjö, catedrático del Departamento de Ciencias de la Salud Pública del Instituto médico sueco Karolinska y profesor emérito de la Universidad de Estocolmo; Sven Knutsson, catedrático de Ingeniería Geotécnica del Departamento de Infraestructura, Planificación y Recursos naturales de la Universidad Tecnológica de Luleå; Nadir Al-Ansari, catedrático del Departamento de Infraestructura, Planificación y Recursos naturales de la Universidad Tecnológica de Luleå; Roland Pusch, catedrático emérito del Departamento de Infraestructura, Planificación y Recursos naturales, de la Universidad Tecnológica de Luleå, y Anders Brahme, catedrático de Física Médica del Instituto Karolinska.
Fuente: http://www.aftonbladet.se/debatt/article14217621.ab









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