miércoles, 18 de enero de 2012

Los pollos sin cabeza - Serge Halimi

Serge Halimi
Las cumbres de dirigentes europeos van sucediendose y fracasando; la Casa Blanca y el Congreso se pelean por ver los resultados. Los "mercados" lo han comprendido, y ahora tratan a los políticos como pollos sin cabeza, simples jueguetes de las fuerzas que ellos mismos alumbraron y que ya no saben como controlar.
Sin embargo, al mismo tiempo -en Francia, en Rusia, en Estados Unidos, en otros lugares- se saturan el el espacio cívico y mediático, creando un sentimiento irreal de desconexión entre el decir y el hacer. Porque aunque no se espere gran cosa de parte de los candidatos –e incluso nada de nada–, por lo menos son conocidos: su trayectoria, sus defectos, sus aliados, sus entornos, sus redes. Así pues, la atención de la población se centra más fácilmente en Barack Obama y Newton Gingrich, Nicolas Sarkozy y François Hollande, que en los fondos especulativos y las instituciones de crédito.
Pero ¿aún sirven para algo?


Nicolas Sarkozy, cuya política monetaria es apenas un reflejo de los intereses del BNP-Paribas (1), le reprocha al primer ministro británico David Cameron que quiera convertir a su país en “una zona offshore en el corazón de Europa”. Igualmente indignado, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ataca con vehemencia “la codicia sin límite, la búsqueda de ganancias cada vez más elevadas en los mercados de capitales que están en la base de la crisis bancaria, económica y luego de países enteros, a la cual nos venimos enfrentando desde 2008” (2). Ello no es en modo alguno un impedimento para que Schäuble abandone a esa “codicia sin límite” a media docena de naciones europeas arruinadas y exangües. “Sería fatal suprimir completamente los efectos disciplinarios de los tipos de interés que aumentan –explica Jens Weidmann, gobernador del Bundesbank, el banco central alemán–.
Cuando el crédito se vuelve más caro para los Estados, la tentación de pedir prestado disminuye sensiblemente” (3). Y si los países más endeudados no aprenden a contener sus “tentaciones”, si la recesión les prohíbe volver al equilibrio financiero, si las “ganancias cada vez más elevadas” de sus acreedores los estrangulan, la Unión Europea los ayudará infligiéndoles una multa…
En cambio, los bancos privados seguirán disponiendo de todos los créditos que reclaman por casi nada. Así podrán prestar a los Estados endeudados obteniendo un jugoso beneficio. ¡Los culpables se llenan los bolsillos!
El dulce trato reservado al capital no impide que se lo vitupere. En esa misma paradoja se reconoce ahora un año electoral. El último 6 de diciembre, en Kansas, el presidente Obama advirtió a sus conciudadanos que la movilidad social y la democracia se hallaban bajo amenaza en su país: “La desigualdad deforma nuestra democracia. Otorga una voz desproporcionada a aquellos que pueden pagarse sus lobbistas. […] Las deducciones fiscales benefician a los más ricos. Algunos multimillonarios pagan una tasa impositiva del 1%. ¡1%!”. Por lo demás, Obama recuerda que “el mercado nunca fue una licencia para tomar todo lo que se pueda de quien se quiera” y que hay que “reconstruir la clase media de este país”.

Nadie cree que vaya a cumplir este objetivo, ni que vaya a reducir la influencia del dinero sobre el sistema político, ni que reforme el sistema fiscal. No hizo nada de eso durante los últimos tres años y no se ve ningún medio por el que pueda lograrlo en caso de ser reelecto. En ese sentido, Obama encarna a la perfección aquello en lo que se ha convertido el sistema actual: una cáscara de nuez a la deriva sobre la cual vocifera un capitán degradado mientras el huracán se levanta. Si este año electoral no demuestra la voluntad política y los medios apropiados para recuperar de manos de las finanzas el poder que éstas tienen, todas las futuras votaciones no servirán para nada.
1. Michel Pébereau, que acaba de ceder la dirección del BNP-Paribas, intervino repetidas veces estos últimos meses para que la ayuda del gobierno francés al sector bancario y las propuestas de París sobre la deuda soberana favorezcan a su banco, muy expuesto en Grecia y en Italia. Ver “Michel Pébereau, le banquier dans les coulisses de l’Elysée”, Le Monde, París, 2-12-11. 2. Citado por Les Echos, París, 16/17-12-11. 3. Citado por The New York Times, 14-12-11.
*Director de Le Monde diplomatique.
Traducción: Mariana Saúl
San Antonio 434, local 14, Santiago
Teléfono: 664 20 50
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.com

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