sábado, 14 de enero de 2012

Otra historia es posible

Por Aldo M. Etchegoyen Obispo Metodista - Miembro de la Comisión Provincial por la Memoria.

.-¿Es posible una nueva historia cuando poderosos terratenientes y empresas agropecuarias invaden sus territorios para plantar soja y agrandar sus graneros? ¿Cuando gobernantes de provincias dan luz verde a explotaciones petroleras o mineras que los desplazan y contaminan su salud?

Pueblos Originarios
Cuando llegó Juan Díaz de Solís a nuestras costas no había Argentina pero sí comunidades indígenas. Los estudios arqueológicos y antropológicos nos dicen que hacia 13 mil a. C. ya había asentamientos en el sur de la Patagonia. Eran comunidades que se dedicaban a la caza de guanacos, ellos dejaron sus huellas grabadas en algunas cuevas. En las pampas debemos hablar de 9000 años a. C. En el noroeste y las sierras centrales su presencia es de unos 7000 años a. C. En la zona de San Juan las señales vienen desde hace 2000 años. Son comunidades cazadoras que van incorporando la agricultura.


Estas pocas líneas son sólo para recordar que las huellas de vida en nuestro vasto territorio argentino van mucho más atrás del Bicentenario que tanto celebramos. Pienso que, por ese motivo, la consigna de los Pueblos Originarios que desfilaron por Avenida de Mayo al inicio de los festejos fue: “No venimos a celebrar, sino a decir estamos vivos.” En esa frase se encierra mucho dolor por una historia de violencia y muerte sobre la cual nació nuestra nación. Se podría decir mucho de las famosas “Campañas del Desierto”, no sólo en el sur, también en el norte. Recordar los testimonios de las madres indígenas a quienes les robaron sus hijos e hijas para peoncitos y otros usos en los campos de tierras que fueron indígenas y ahora de familias de famosos apellidos. Pero no tendría espacio para ello. La historia nos muestra hechos aberrantes en ese tortuoso camino. Cabe reconocer que en un solo lugar las relaciones fueron muy diferentes. Eso sucedió en las colonias galesas que se radicaron en la zona de Puerto Madryn y Valle del Chubut, donde el diálogo y mutuo respeto nos dejaron un valioso ejemplo de que otra historia era posible. ¿Habrá otros lugares? Si hay, los aplaudo; yo los desconozco.

Décadas han pasado. En ellas muchos han luchado por una historia diferente y lo siguen haciendo, a ellos se han sumado varios organismos de Derechos Humanos que han levantado sus voces para decir que los derechos de los Pueblos Indígenas existen y han unido voluntades y manos para luchar junto a ellos por su total dignidad.

Pero… ¿es posible una nueva historia cuando poderosos terratenientes y empresas agropecuarias invaden sus territorios para plantar soja y agrandar sus graneros? ¿Cuando gobernantes de provincias dan luz verde a explotaciones petroleras o mineras que los desplazan y contaminan su salud? ¿Es posible cuando políticos y funcionarios judiciales en muchos lugares les niegan su acceso a la justicia?

En el encuentro sobre Pueblos Originarios y Acceso a la Justicia celebrado en Resistencia, Chaco, un integrante de la comunidad wichi de Formosa decía: “Nosotros sufrimos cuando hay viento norte y cuando hay viento sur, o cuando llueve y cuando hace calor y cuando hace frío, no tenemos recursos para hacer una casita para vivir junto con nuestra familia. Es así como presentamos nuestro problema. Con respecto al gobierno yo no es que pueda hablar mal, no es que voy a estar en contra sino que pedimos que de una vez por todas nos miren, que nos den participación para que el día de mañana podamos vivir mejor.”
Los testimonios pueden seguir. Es doloroso decir que en ese camino hay indígenas amenazados, golpeados, heridos, muertos, comunidades desalojadas, viviendas quemadas o destruidas por topadoras que previamente pasaron sobre los cementerios, y la lista puede seguir. En resumen, ¿qué piden? Que se cumplan las leyes que los políticos han aprobado y los pactos que se han firmado. Pacíficamente, esos pueblos luchan para firmar acuerdos, luego luchan para que se cumplan y finalmente luchan contra la indiferencia y el racismo que les priva de sus derechos.
Debemos reconocer que hay mucho camino por andar todavía para cambiar esta situación nada deseable. En este marco conviene señalar que recientemente hemos tenido la visita de Jaime Anaya, relator especial de las Naciones Unidas sobre Derechos Indígenas que no solamente se reunió con altos funcionarios del gobierno argentino, sino principalmente se sentó en la misma mesa de esos pueblos en Neuquén, Río Negro, Salta, Jujuy y Formosa. Además se reunió con organismos de Derechos Humanos y sociales; incluso tuvo que sufrir el desprecio, la prepotencia y el maltrato de un terrateniente estadounidense que compró tierras en una zona sagrada para la comunidad mapuche. ¿Cómo hizo para hacer esa compra? Es una buena pregunta a la cual no puedo responder.
Al final de su visita, el 7 de diciembre pasado, en conferencia de prensa Jaime Anaya delineó un previo informe telegráfico de lo que vio, comprobó y escuchó. Recomienda que las instituciones provinciales y nacionales den mayor prioridad a los temas relacionados con los derechos de los pueblos indígenas. Subraya la necesidad de que nuestro país tome seriamente en cuenta la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derecho de esos pueblos. Releyendo el texto de esa declaración tomamos conciencia de todo lo que esto significa. Es preciso renovar esfuerzos en el relevamiento territorial y el reconocimiento de personería jurídica a las comunidades, su acceso a la justicia, el cumplimiento del derecho a sus territorios ancestrales. El relator especial de la ONU sobre derechos indígenas dejó sentada su preocupación por los desalojos: “Esta situación es de especial preocupación dado que estos desalojos han sido llevados a cabo en años recientes a pesar del reconocimiento de la propiedad comunitaria indígena en la Constitución de la Nación.” Señaló también la inseguridad jurídica de sus tierras ancestrales invadidas por proyectos de industrias extractivas dentro o cerca de territorio indígena con los serios efectos en la salud y el medio ambiente. Su informe final está en proceso y aparecerá este año.
Finalizó diciendo que “me da mucho dolor y no menos vergüenza por este capítulo de nuestra historia que aún persiste”. Esos pueblos no son extranjeros, dado que les asiste el pleno derecho de vivir donde han existido desde siglos atrás con el respeto y total dignidad que se merecen. El desafío es escribir esa otra historia que es posible
Video: .James Anaya visita Argentina
http://www.youtube.com/watch?v=o-IaSVELW9Y&feature=player_embedded
Fuente: Tiempo Argentino

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